miércoles, 20 de mayo de 2020

No es ineptitud, es su agenda: El ejemplo de la energía.

Llegados a este punto del sexenio, seguir fingiendo que el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador pretende lo mejor para el país exige de mi parte un esfuerzo constante y consciente. Seguir creyendo que se trata de mera ineptitud bienintencionada, honesta incompetencia o falta de pericia es ridículo e implica cerrar los ojos a la avalancha de evidencia que nos señala, con la claridad y sutileza de una marquesina luminosa de Las Vegas, que lo de López y la 4T responde claramente a una estrategia definida y maliciosa de aislamiento y empobrecimiento para nuestro país.

Si no me cree ¿De qué otra manera justifica que el Gobierno Federal prefiera pagar siete veces más por cada megawatt producido? 

Le explico. Según la legislación aplicable, en México se compra energía siguiendo una regla sencilla y obvia: la más barata se adquiere primero. Poco a poco, a través de la apertura del sector energético durante el sexenio de Peña, se fueron instalando en México plantas eléctricas de inversionistas privados que ofrecían energía cada vez más barata y limpia (aproximadamente, 20 USD por megawatt). Por desgracia, el productor “oficial” la CFE, se fue quedando atrás. Sus plantas no utilizan energías limpias y poco a poco van cayendo en la obsolescencia, al punto en que comprarle energía a la parte productiva de CFE cuesta 140 USD por megawatt. 

CFE podría corregir esto, por supuesto. Podría hacer inversiones prudentes, mejorar su infraestructura y apostarle a nuevas tecnologías con el objetivo de ser competitivo. En su lugar, y so pretexto de “salvaguardar la soberanía energética”, el gobierno federal ahora dará prioridad a la energía producida por CFE, aunque esta sea siete veces más cara y provenga de fuentes no renovables y sumamente contaminantes, como la quema de combustóleo. (Subproducto del petróleo crudo que, casualmente, tendrá que comprar a PEMEX)

Mientras la administración federal sangra el dinero de los mexicanos tratando de hacer malabares entre sus empresas “productivas” (es un decir) para inyectarles vida artificial; varias empresas nacionales y extranjeras miran atónitas como el gobierno se mete un escopetazo en el pie pagando caro lo que ellas ofrecen en mejores términos y condiciones. Pero “ya se acabó la corrupción”, dicen.

Por supuesto esto también implica, para estas empresas, que la inversión que hicieron en la instalación de sus plantas energéticas (muchas de las cuales ya estaban listas para entrar en operación) de pronto puede volverse pérdida por el capricho de un presidente que es incapaz de reconocer e incumplir compromisos que México como nación ya había adquirido. Muchas de ellas ya preparan amparos y hasta el día de hoy, algunos de ellos ya se habían resuelto en su favor.

La intentona del gobierno federal fue absurda, mal planeada y fiel reflejo de su mentalidad atascada en el pasado. Por suerte, ni México ni el mundo son los mismos que en los 70’s. Vivimos en una realidad globalizada con intereses interconectados. Es en esta estructura internacional en la que podemos poner cierta esperanza de que actúe como muro de contención para la agenda de aislamiento y empobrecimiento morenista mientras nos organizamos. Pero la salvaguarda no será eterna, ciudadanos, urge que construyamos discursos alternativos y originales antes de que el plan avance hasta que resulte imposible recuperar lo perdido.


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