miércoles, 13 de marzo de 2019

Democracia vejada

Como ciudadano mexicano, reconozco el sacrificio de muchos que durante la época más dura de la dictadura perfecta priista de nuestro país, hicieron oposición y, arriesgando a a veces la vida, exigieron la construcción de instituciones democráticas por encima de cualquier otra cosa. Fue su esfuerzo lo que permitió que poco a poco, se diera la alternancia política en este país, el equilibrio de poderes. Fue su entrega y su valentía la que pavimentó el terreno para que la primera derrota seria del partido hegemónico en 1997.

A más de veinte años de distancia de los hechos, sin embargo, nuestra incipiente democracia y sus instituciones empiezan a incomodar (lo cual, vale decirlo, es buena señal de que funciona). Irónicamente, está encontrando su nuevo adversario precisamente en quien más se ha beneficiado con ella: el presidente López. 

El proceso que encumbró a Andrés Manuel en la silla presidencial fue un ejercicio perfectamente legal, relativamente limpio; tal como lo fueron los que dos anteriores que perdió. ¿Cómo lo sé? Porque los tres fueron exáctamente iguales.
Aún así López insiste (y ya está escrito y aparece como historia oficial en la página de presidencia) que hubo fraude electoral en 2006 y 2012. Lo usó de plataforma de campaña. Se ufanó de promover la “verdadera” democracia y elecciones “libres”

Quizá ahora quiera explicar como es que su propio partido acusa a este autoproclamado paladín de la democracia de negociar, personalmente y sin intermediarios (ya sabemos que no le gustan) un jugoso “donativo” de 50 millones de pesos a cambio de candidaturas en el estado de Hidalgo. El generoso donante es Gerardo Sosa Castelán ex priista y ex Rector de la Universidad Autónoma de ese estado que, al parecer, necesitaba a sus incondicionales de diputados locales y federales. Junto con la lana, que se le habría entregado a Tatiana Clouthier, Sosa prometió el voto corporativo de quienes laboraban en la Universidad.

Recibir dinero a cambio de meras candidaturas no es, propiamente, un delito. Cada partido se administra y decide cómo se van a repartir dichas candidaturas. Pero sí viola los estatutos internos de Morena. Total, que ni sus propias reglas pueden seguir.

Ups...

Y es que la democracia a López le incomoda. Al menos, la que está bien hecha, regulada por contrapesos y auditada por instituciones fuertes. Por eso elige debilitar dichas instituciones con sus propios feos remedos de ejercicios democráticos que son las consultas, que muestrean grupos pequeños y con sesgos políticos para validar su voluntad. No lo hemos notado sólo nosotros, anda por ahí ya la nota de Bloomberg: Lopez Obrador Is Dismantling Democracy in Mexico

Si vamos a regresar (como todo aprece indicar) a esa terrible época en la que el presidente preguntaba la hora y sus allegados le respondían servilmente “Las que usted diga, señor presidente” y al estado benefactor, pero autoritario de los setentas y ochentas, quizá valdría la pena estudiarnos bien cómo fue que se formó la oposición de aquella época, y cómo podemos aplicar esas estrategias en nuestra realidad moderna. Después de todo reza la sabiduría popular “Pa' los toros del Jaral los caballos de allá mesmo”

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