Parte de ser una ciudadanía responsable es marcar nuestra propia agenda: prestarle atención y discutir los asuntos que a cada uno le parezcan relevantes de manera que podamos construir nuestras propias narrativas y no nos vengan a imponer una desde afuera para avanzar sus agendas. El ejercicio constante y consciente de esta práctica es una defensa muy eficaz contra cajas chinas y cortinas de humo. Leemos y recibimos las noticias sí, pero tenemos la capacidad de filtrarlas y poner el dedo donde nos interesa, de preferencia en temas que agreguen valor. En ese tenor, hagámosle un favor a nuestros hígados y olvidémonos un poco de la agenda que nos quieren dictar desde la mañanera: del presidente imitando el balido de una oveja, o de su “Tengan, para que aprendan” mientras nos muestra imágenes del ejército moviendo tierra en Santa Lucía. Hablemos del que será el Presupuesto de Egresos de la Federación, que ya va tomando forma.
El Proyecto de Presupuesto presentado para 2020 tiene similitudes con el del año en curso. Uno: Hay una multimillonaria partida (402 mil millones de pesos) para los programas sociales y subsidios gubernamentales insignia del gobierno morenista (Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida, pensión para personas con discapacidad, Producción para el Bienestar y becas para estudiantes de Educación Media Superior, por nombrar algunos). Y dos: Ninguno de esos programas tiene Reglas de Operación (ROP), un conjunto básico de disposiciones que precisen la forma de operar del programa, para lograr los niveles esperados de eficacia, eficiencia, equidad y transparencia. Es decir, la lana se aplica a ciegas y sin que tengamos la certeza de que están generando los beneficios prometidos, ni de medir estos beneficios.
El más perjudicado, aunque no lo parezca, es el propio presidente. Sin medir el impacto de sus programas con datos duros no tiene manera de tomar decisiones sobre los mismos, ni de presumir los logros que pudieran producirse con ellos. La ausencia de ROP también hace sus programas vulnerables a la corrupción, con la que (supuestamente) tiene guerra declarada.
Reglas de Operación claras podrían evitarle disgustos como el que le proporcionó Mexicanos Contra la Corrupción, que con una auditoria al programa Jóvenes Construyendo en la Ciudad de México determinó que los padrones de becarios y empleadores presentaban información improbable, incompleta e inverificable. Y que entre los más de 5,439 centros de trabajo registrados sólo 413 (7.6%) tenían becarios.
Reglas de Operación podrían proteger nuestros bosques, asegurándose de que no se repita un caso como el de Veracruz, en donde la población misma taló áreas arboladas que ya existían con tal de les dejaran entrar al programa y recibir el subsidio.
Reglas de Operación le evitarían la vergüenza al presidente de tener a diez superdelegados (personajes que designó el mismo para administrar los programas en los diferentes estados) con denuncias ante la Secretaría de la Función Pública por mal manejo de los recursos y uso irregular (electoral) de los programas. (Para los morbosos, se trata de los funcionarios de Aguascalientes, Chihuahua, Chiapas, Colima, Guanajuato, Puebla, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora y Jalisco.)
Total, que por todos lados le convendría a la presente administración detenerse un momento a redactar esos lineamientos. A menos claro, que el objetivo real de los programas no sea el bienestar y que el destino de los recursos no sea la población. Entonces sí conviene dejarlo todo como está.
Es claro que el objetivo real no es ese!
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