miércoles, 15 de abril de 2020

Entre el discurso y la realidad

Celebra el Gobierno Federal haber defendido y hecho valer la soberanía nacional frente a la malvada Organización de Países Productores de Petróleo, que estaba rastreramente (dicen ellos) queriendo interferir en los montos de producción de Petróleos Mexicanos. Se desviven en elogios para la secretaria de energía, Rocío Nahle García, por no dejarse amedrentar por las “grandes potencias” y plantar cara a sus exigencias en defensa de los intereses nacionales. Es la estrategia de apelar a la narrativa y a la posverdad, a las verdades a medias y a las mentiras completas para armar un escenario que me favorezca. Para eso son buenísimos.

Es una lástima que nomas rascándole tantito al tema todo ese lustre se venga abajo.

Habíamos dicho hace algunas semanas que la crisis energética internacional no es culpa de México. Arabia Saudita, harta de ser ella la que tuviera que recortar su producción de petróleo para mantener el precio en beneficio de todos, inundó el mercado de hidrocarburo. Quiso la suerte que esto ocurriera en coyuntura con la crisis del Coronavirus, las medidas para quedarnos en casa y el cierre de empresas que pudieran utilizar el energético. Exceso de oferta y caída de la demanda, por lógica simplísima, el precio se desplomó.

México, que había apostado fuertemente al petróleo como motor económico, tenía (tiene) mucho que perder en este panorama. Para su presupuesto 2020, la Secretaría de Hacienda proyectó procedentes del sector petrolero un 18% de sus ingresos; estimando una producción de 1,9 millones de barriles diarios y un precio de 49 dólares por barril. Hoy cada barril se vende a 14.24 dólares. Hay quien estima que en este momento el costo de extraer el energético supera ampliamente cualquier utilidad que obtengamos al venderlo. Imagine usted el tamaño del boquete en las finanzas públicas. 

Por ello es por lo que resulta inexplicable la postura de la secretaria de energía en la reunión de la OPEP (e invitados) del jueves pasado. Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos habían llegado finalmente a un acuerdo para que, limitando de forma proporcional su producción (para que nadie sacara ventaja y que la medida fuera realmente efectiva), el precio del petroleo se elevara en beneficio de todos. Por mera aritmética y las bondades de una simplísima multiplicación, aunque uno venda menos, si vende más caro, gana más.

Pero México se mostró necio. Intentó que se calculara el monto que debía reducir en su producción de acuerdo a lo que estimaba que iba a estar produciendo al final del año, no a su producción actual. Y en esa postura terca mantuvo en vilo la reunión y el posible tratado durante horas. Al final, Rocío Nahle se desconectó de la reunión virtual sin un acuerdo sobre la mesa.

El acuerdo finalmente se logró días después, luego de una llamada entre Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador. Estados Unidos se comprometía a absorber y dejar de producir los barriles que le correspondían a México como parte del acuerdo. “Lo que he pensado” dijo Trump en conferencia de prensa “es que EE.UU. puede ayudar a México por el momento y ellos ya nos lo reembolsarán más adelante".
¿Exactamente cómo “defendemos nuestra soberanía” comprometiéndonos al más vago de los acuerdos con el más abusivo de los vecinos? ¿Cómo “no nos dejamos amedrentar” si al final le dimos un cheque en blanco a los norteamericanos?

Verán, México es grande. Está dentro de las veinte economías más importantes del planeta. Y estar en esa posición conlleva una responsabilidad enorme dentro del concierto de naciones. Uno no puede pretender “ser grande” en el discurso y luego empequeñecerse en los hechos. Y en los hechos, lo que nuestro presidente y su administración hicieron es hacerse pequeños, evadir su responsabilidad en un momento en el que todos tenían que ceder, y dejar que papá Estados Unidos se hiciera cargo del problema…. a cambio de “algo”, por definirse en el futuro.

Perdónenme, pero es que entre el discurso y la realidad hay un trecho gigantesco. Y no es justo que pretendan gobernar una gran nación como país bananero. México merece más. Merecemos más, mucho más.


1 comentario:

  1. Sin duda uno de tus mejores análisis ha sido éste. México pagará caro el favorcito que pidió.

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