En un país en el que se acumulan 124 mil infectados y 14 mil seiscientos muertos en medio de una pandemia global; en promedio se asesina a 97 personas diariamente (según los datos oficiales), se sigue retrocediendo en el combate a la corrupción (según el Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción 2020, elaborado por Americas Society), se apuesta por un esquema energético de hace cien años en el que perdemos dinero (Pemex perdió en 3 meses el equivalente a todo su presupuesto de 2020) y se dilapidan cantidades absurdas de recursos en proyectos sin futuro (Tren Maya, Santa Lucía y Dos Bocas); el presidente y su equipo de trabajo juzgaron más relevante ocupar el espacio de la mañanera en un teatro victimista patético.
El Coordinador General de Comunicación Social de la Presidencia de la República, Jesús Ramirez Cuevas, se aventó a leer un panfleto que parecía prop cinematográfico de una película de espías de la Guerra Fría, con su tipografía de máquina de escribir, y un letrero de “CONFIDENCIAL” cruzando la página en un papel de que casi sale transparente al escanearlo. Dicen desconocer su origen o siquiera autenticidad, pero lo esgrimen como prueba incontestable de la existencia de un supuesto complot, de los oscuros intereses de la “mafia del poder” que lo quieren ver fuera de la presidencia: el supuesto Bloque Opositor Amplio.
El intento es tan burdo que da risa. O daría risa, si no fuera porque se lo toman tan en serio. Horas más tarde las redes sociales se habían inundado con la etiqueta #YoSoyBOA, cientos de personas se habían puesto alegremente la etiqueta y le habían dado al remedo de dictador que tenemos despachando en Palacio Nacional justamente lo que necesitaba: atención, aire a un discurso hueco, validez a algo que era a todas luces un bulo.
Querido lector, BOA no es más que un espantapájaros, un saco de arena, un falso enemigo para que el presidente López pueda echarse sus rounds de sombra. No existe, pero pueden achacársele todos los males y todas los problemas del régimen. Puede culpársele de todo. Cuando usted levanta esa bandera con su #YoSoyBOA, no sólo está entregando su oportunidad de construir un discurso opositor real propio, está inyectando aire al monigote inflable, dándole sustancia y haciendo que parezca más real. Todo mientras el presidente puede marcarle agenda.
Entendamos que lo que pasó hoy es banderazo de salida para 2021 (elecciones intermedias), 2022 (revocación de mandato) y 2024 (¿posible reelección presidencial?). Entendamos que son patadas de ahogado, esfuerzos por dejar de hablar de la absoluta catástrofe que representa este gobierno en absolutamente todos los frentes y sus paupérrimos resultados. El gobierno sabe que sin una válvula de escape, sin un chivo expiatorio, quizá no llega a diciembre; por falta de apoyo político (ya sólo le queda el ala castro-chavista más recalcitrante, y anda desatada) y sobre todo por falta de apoyo económico (la falta de ingresos los trae fritos y ya el mismo presidente habla de una reforma a las AFORES)
Mexicanos: cabeza fría, corazón caliente. La mente y la atención en lo importante, en la narrativa que queremos, no en la que nos imponen. Si nos atarugamos tantito, las consecuencias pueden ser funestas para el país y no será un lustro perdido, sino una década o un cuarto de siglo.
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