Soy un convencido de que membretes y colores nada valen, y que el hecho de que tal o cual persona milite en tal o cual partido político debería ser irrelevante si llegara a postularse para un cargo de elección popular. Defiendo la idea de que, parte de la razón por la que llegamos a esta trágica situación política es por que hemos estado dispuestos a aceptar y votar cualquier perfil que pongan en la boleta. “Es que es la oposición”, “Es que necesitamos el voto útil para que el otro no gane”, “Es que cualquiera menos este otro”, nos decimos resignados mientras nos formamos en nuestra respectiva casilla.
Y bueno, ayer me enteré de un caso que funciona mejor que cualquier argumento que pueda yo usar para convencerlos de lo que digo: El de la Senadora por Aguascalientes Martha Cecilia Márquez Alvarado.
La senadora Márquez era panista de hueso colorado, o al menos eso invitaban a imaginar sus 18 años como militante del partido. Desde su posición como secretaria de la Comisión de Salud y miembro de la “oposición” fue dura crítica de la inoperancia del actual gobierno durante la pandemia en particular y frente a la escasez de medicamentos en general. Y sin embargo nada de eso evitó que ayer presentara una carta a la presidente de la Mesa Directiva del Senado para pedir su “integración” al Grupo Parlamentario… ¡Del Partido del Trabajo!
¿Pos qué pasó? ¿No están PAN y PT en las antípodas ideológicas? ¿No es uno acérrimo y valiente oposición, mientras el otro es comparsa y alcahuete de la presente administración? ¿Cómo así nomás se van a la basura 18 años de banderita azul conservadora por la ideología rojilla de la hoz y el martillo?
Pues fácil, el cambio de la Senadora Márquez ocurre después de que el PAN eligiese a María Teresa Jiménez Esquivel como su candidata a la gubernatura de Aguascalientes en las elecciones de este año. Despechada, pero ansiosa de hueso y del asiento ejecutivo estatal, la señora no tuvo empacho en cambiarse a las filas del PT e ir en coalición con el PVEM para contender por el puesto, en un acto de grotesco y vulgar chapulineo.
Eso sí, en su cuenta de Twitter la ex-panista afirma que lucha contra la corrupción que han construido algunos “pseudo líderes" en Aguascalientes. Entiéndase, sus expatrones en el PAN Estatal, que no le cumplieron el capricho. Si después de 18 años apenas se va dando cuenta de cómo eran los compañeros con los que trabajaba codo con codo, pues sospecho que la señora no brilla precisamente por su sagacidad.
No sé cuántos de mis lectores sean hidrocálidos, pero apuesto a que en este momento, el voto por Martha Cecilia no se siente en absoluto “útil” y convendría que realmente empezaran a preguntarse que tipo de perfil, que no de color, es el que quieren en su Palacio de Gobierno. Y al resto del país, ¡pues a poner las barbas a remojar! El chapulineo no es fenómeno nuevo y se da de un bando a otro indistintamente (ahí está el ejemplo en sentido contrario de Lili Téllez).
¿Importa? No, mientras lo entendamos como lo que es. El partido está ahí para proveerle una estructura y un equipo de trabajo al candidato, pero el importante es el candidato, el perfil, la propuesta; el color de la camiseta nos debería importar poco.
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