Recientemente y a raíz de la invasión rusa a Ucrania, vi en Netflix el documental Winter on Fire: Ukraine's Fight for Freedom. Es sobre el Euromaidán, la revolución ucraniana que, a finales de 2013 y principios de 2014, consiguió derrocar al presidente Víktor Yanukóvich y encaminaría a Ucrania, idealmente, a un camino más democrático, más occidental.
Cualquier hecho histórico —y con más razón una revolución— tiene infinidad de aristas, múltiples causas y consecuencias que quizá no sean obvias o visibles hasta varios años después. El episodio de 93 días, también llamado “La Revolución de la Dignidad” es un capítulo más en la larga lista de eventos que desembocaron en la catástrofe humanitaria que hoy se vive en el este de Europa. Debe entenderse en su contexto y merece más estudio que un documental de una hora y cuarenta minutos.
Porque sí, la producción de Netflix es un bonito relato sanitizado pero ¡Por Dios, qué relato! El documental presenta a una población presta, dispuesta, enfocada, entregada y valiente. Después de verlo, uno entiende por qué las fuerzas militares rusas están teniendo tantas dificultades y encontrando tan férrea resistencia con el ejército y las milicias voluntarias ucranianas. Es un pueblo duro de roer, forjado bajo el régimen de la Unión Soviética y construido, desde hace 30 años, por gente que tiene claro el país que quiere, o al menos, sus principios rectores..
Mientras el documental va presentando los acontecimientos y los testimonios de gente muy diversa en edad, etnia, credo y trasfondo social; uno arma las piezas del hilo conductor. En el fondo, no es la animadversión al presidente Yanukóvich o a sus políticas lo que aglutina a este grupo de gente, sino dos ideales claros: el derecho a la Libertad y la Dignidad Humanas. Dos principios sencillos, universales, básicos, que funcionan como la columna vertebral del movimiento. Son ideas por las que los ucranianos están dispuestos a luchar y a morir.
Luego, como es natural, comparo lo que he visto en este documental con lo que veo a diario en México y sus diferentes circunstancias. Toda proporción guardada, mientras la Ucrania de la transición 2013-2014 me parece un país dinámico y movido por su gente, en México me da la impresión muchas veces de que nos asumimos ciudadanos cautivos, indefensos ante los vaivenes de la política nacional, contentos con cruzar boletas cada seis años y esperar lo mejor de quien finalmente acabe en la silla.
No debe sorprender y no debe alarmar. Los setenta años de priato no son poca cosa; duraron aún más que el poder del Kremlin sobre Kiyv. También la transición democrática en México fue más sutil y pacífica que la brusca sacudida de todo el esquema de la Unión de Repúblicas Soviéticas y la caída del Muro de Berlín. No supimos madurar y aprovechar nuestro despertar democrático de 1997 y el 2000.
Pero ahí la llevamos. El activismo político ha ido en aumento, en buena medida gracias al presidente y su discurso polarizante, que obliga a tomar partido y a participar a favor o en contra. La sociedad siente que debe hacer “algo”, que debe dar un paso adelante para dirigir el barco nacional. Pero los sentimientos anti o pro Lopez no bastan, siguen anclados a una persona, a un caudillo. No proponen nada, no construyen nada, no defienden nada como suyo.
Si tomáramos el ejemplo de Ucrania ¿cuáles serían esos valores básicos, esos principios sencillos y universales que estaríamos dispuestos a defender con la vida si fuera necesario? ¿Cuáles son las ideas que nos gustaría que definieran a México? Legalidad, Libertad, Dignidad Humana…
Necesitamos una plataforma de valores que trasciendan al político en turno y que se respeten transversalmente en todo el espectro político. Elije el que te guste, identifica en tu entorno situaciones que estén impidiendo que florezca y trabaja con vecinos y autoridades locales para facilitarlo. Cuestionemos todo ¿Esta medida, impulsa ese valor rector que queremos para el país? Empecemos a fomentar, en las próximas generaciones, estos valores. Que las consideren parte de si mismas y así, poco a poco iremos cambiando al país.
México está en peligro. Defendamos nuestra LIBERTAD Y DIGNIDAD como seres humanos y por supuesto como mexicanos.
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