jueves, 3 de agosto de 2023

Libros que no educan


Una diferencia evidente entre las naciones económicamente más fuertes y las que aún están en vías de desarrollo está en la educación de su gente. Sencillamente, una población mejor educada, con más habilidades para aprovechar las oportunidades y competir en un mundo cada vez más globalizado, tiene una enorme ventaja en su desarrollo.


Esta aseveración ni es nueva, ni es mía. En 2010, en su libro “Basta de Historias”, Andrés Oppenheimer hacía un análisis comparativo demoledor para demostrarlo. 

A pregunta expresa de cómo hicieron para pasar de ser un país exportador de madera a exportador alta tecnología la presidenta de Finlandia contesta: “educación, educación y educación”. En Singapur se escoge a los maestros sólo entre el 30% que tiene mejores calificaciones en la universidad y un maestro gana tanto como un Ingeniero.  En 1960, cuando EEUU y otros países occidentales cortaron toda su ayuda económica a Corea del Sur, sus dirigentes entendieron que debían producir para exportar y subsistir, y educar para producir. Hoy cuentan con empresas multinacionales como Samsung, Daewoo y Hyundai Motors y el 81% de los estudiantes que egresan de bachillerato estudian en las universidades. En el caso Israelí se palpa el interés por la calidad de la educación primaria y secundaria, la formación de los maestros y la internacionalización de las universidades. Pero tienen un marcado enfoque en la producción de patentes. Se destaca que, la oficina dedicada a promover la actividad científica “no escoge sectores prioritarios de la economía ni industrias estratégicas… evalúan cada proyecto exclusivamente con base en sus posibilidades comerciales”.


Si conocemos de sobra la receta ¿Por qué insiste, el gobierno mexicano, en minimizar el pensamiento científico y el criterio técnico y objetivo en la educación que ofrece a su población?

Los nuevos libros de la SEP se elaboraron bajo la dirección de Marx Arriaga, director de Materiales Educativos en la Secretaría de Educación Pública y bajo la supervisión de la titular de la dependencia, Leticia Ramírez Amaya. Durante los trabajos, no se pidió a la academia, pedagogos y especialistas participar en el diseño, redacción y revisión de los mismos y se redujeron considerablemente los contenidos de matemáticas, lecto-escritura y ciencias. 


No existe ya, de hecho, ni el libro de Matemáticas, o el de Ciencias Naturales. El nuevo plan de estudios considera que las habilidades y herramientas necesarias para entender un mundo globalizado y poder tener oportunidades en el mercado laboral están peleadas con el desarrollo humano y de la comunidad, en lugar de ser complementarias.


Los libros de texto ponen el foco en reescribir la historia, a veces redefiniendo conceptos y eventos (El libro de 5to de primaria llama “Noche de la Victoria” a la huída de los españoles hacia Tacuba, el evento típicamente conocido como la Noche Triste) a veces con mentiras completas (señalando que hay autoridades “enfrentando la justicia” por las irregularidades y corrupción en obras del Colegio Rébsamen, cuando a la fecha no hay un solo detenido) o dando por buenas versiónes de los hechos atribuídas a “la voz popular” que no tienen sustento. 

Eso, descontando errores técnicos básicos, como confundir Querétaro con Guanajuato en un mapa de la república mexicana, decir que seis octavos es menor que cinco octavos o señalar que Venus, Marte y Júpiter comparten la misma órbita, y además están más cerca del Sol que la Tierra, que comparte órbita con Saturno y Urano


El contenido ideológico también está a la órden del día. A lo largo de todos los textos se sataniza al individuo y al “neoliberalismo”, proponiendo un modelo que fomenta la división y la polarización basados en clase, raza e ideología.


El sexenio que corre está perdido en materia educativa, pero libros de texto como estos son un torpedo debajo de la línea de flotación de la nación. Y es doblemente doloroso porque es autoinflingido.

Échele una revisada, querido lector. Ejemplos de su nefasto contenido están disponibles en redes sociales. Luego, actúe en consecuencia. Esta es, como siempre, una batalla ciudadana.




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